A poco más de una semana
Indignante
sólo así puedo decir que ha sido la cobertura mediática de la tragedia de Cinchona, de Varablanca, de Poasito, de San Pedro de Poás, de Los Cartagos. Prácticamente incrustándo en la cara de las víctimas la cámara, regodeándose en sus lágrimas o en su desesperación porque se quedaron sin nada, porque perdieron uno, dos, tres, cuatro... familiares.Rondando como zopilotes instantes después que se enteraran o infiltrados en los funerales.
fotografías de cadáveres recién devueltos de la derrota que alguna vez fueron montañas, vencidas por el terremoto
preguntas de reporteros que buscaban simplemente la aprobación: "¿verdad que sintió mucho miedo?"; "me imagino que es un dolor muy grande el que está sintiendo..."
Sorprendente
la respuesta de la gente ante la tragedia: las donaciones, los voluntarios
los dueños de la empresa de Jaleas El Ángel -prácticamente destrozada- que prometieron seguir pagando salarios a sus empleados hasta donde les sea posible
la rapidez de acción del ICE (estatal Instituto Costarricense de Electricidad) -querámoslo antes que nos lo maten- por restablecer el servicio eléctrico
la fuerza que nacionales y extranjeros le han puesto para ayudar a todos los damnificados
Eso hace que se pueda sonreír y confiar en que la humanidad no vive en una pulsión de muerte eterna por más Irak, Afganistán o Gaza que haya. Somos más que un primate que busca continuamente matarse entre sí, ya que tenemos la capacidad maravillosa de ayudarnos, de sentir empatía por quien sufre.