Te estoy echando el cuento (VI)
Si la vida fuera justa en este instante te estaría desnudando en San Telmo
Patético y luego fue mover la cabeza de forma pendular horizontalmente, con la boca torcida mientras contiene las ganas de llorar no vaya a ser que... ¿y qué diablos? De todas formas nadie lo va a ver, nadie se va a dar cuenta y entonces se permite al menos que se le humedezcan los ojos porque también tiene algo de orgullo de macho, aunque no tiene muy en claro qué putas es eso. Me criaron demasiado bien esas mujeres farfulla y mira la pantalla en venganza pero ya se le avinagraron las ganas, hace entonces un ademán de tomar el mouse que queda suspendido en la duda... no sé qué hacer, es tarde y tengo frío piensa o dice en voz alta, no se está poniendo atención. Vuelve otra vez hacia la pantalla, el video se pega por momentos, la conexión está lentísima pero no puede quejarse pues es de los mejores servicios por los que ha pagado, vale la pena se dice, vale la pena como consuelo o como placebo pero prefiere no pensar y se hecha para atrás chillando la silla una queja dolorosa.
Ayer volvió a trasncchar, culpa de la compañía estridente de su conexión a Internet y es que cuando no se tiene televisor y los buenos amigos están a dos ciudades de distancia... Espera el bus mientras maldice que el mecánico no le haya devuelto ya su scooter, sí, sí le decía a él, es una moto de nena pero sirve para lo necesario, además usté sabe que no soy de viajar y luego la respuesta del otro que lo puso iracundo una micronésima de segunto, él ni siquiera se dio cuenta que se había enojado tanto y tan terrible necesariamente la respuesta fue algo que iba por el estilo de care'picha o semejante. Su amigo ni se molestó ocupado en pedir el zarpe, no entiendo por qué me acuerdo de esto pensó mientras veía a la señora enseñarle su cédula al chofer que cuando le tocó pagarle el pasaje aún estaba siseando un estas momias viejas y cosas por el estilo que lo emputaron. No soy una buena persona, pero tampoco soy un malparido... tal vez ese sea el problema y se dedicó a odiar la presa en la que no estaba, sublimando así su odio contra sí mismo. En una de esas veces que, sin saber por qué pero pasa, algo que dijo la chavala de la par que hablaba con la chavala del otro lado del pasillo se le quedó prendido en la cabeza, San algo... San ¿Andrés? San... ¿tería? San algo... sí, sí... ¿y dónde carajos queda? Yo lo he escuchado... Después la maniobra de jalar el cordón para indicarle al chofer que le hiciera la parada, pedir permiso a la joven, que estaba bonita, lástima que no me di cuenta antes y bajar como si acabara de darse cuenta de lo huérfano que se sentía en ese momento. Eduardo abrió el portón, comunicó algo por su radio en tanto que su arma de reglamento permaneció muda como era su costumbre, le entregó el gafete de funcionario mientras buscaba la forma que le confesara su opinión acerca del clima o del partido de ayer; él le sonrió por responderle algo y esbozó un gesto de circunstancias. Seguro el guarda al volverse lo mandó a la mierda por ser tan hijueputamente creído, pero eso él no lo sabría nunca y no sería parte de sus crisis existenciales.
Por fin en la casa luego de la gastritis del escritorio y los pendientes, saboreando una nutritiva sopa de microondas y dándole gracias a Dios por los preservantes. Una extenuante sesión de ESPN apenas si lo dejó acordarse que mañana tenía que comprar más vino, adormilado se sentó frente a la computadora, en parte por costumbre, en parte porque no quería dormir tan temprano un viernes, y puña, la vida tiene que ser más que esto, no puede ser que se me desperdicie... que la desperdicie así. Resopló animado, revisó la cartelera de cine, estas dos se ven interesantes y llovía cuando cayó en la cuenta de ello, un aguacero terrorista, al carajo no me voy a ir a mojar por ir a ver una película ¡y menos si voy solo! No hubo maldiciones ni putazos, gruñir no le interesaba en ese momento y el apartamento cuidado y bonito lo acogió sin resentimientos, el acomodarse otra vez frente a la computadora a revisar esto y aquello perdiendo el tiempo con links idiotas... se miró las manos sin ningún interés particular, estas manos que no saben escribir, que les falta tanto por aprender de caricias, que están hechas para hacer informes, estrecharse con otras -de clientes-, sonreir silenciosas al ganar un cartel de licitación, hechas para asir, sostener y manipular objetos, es entonces que el dedo pulgar se hincha orgulloso de la maravilla de ser quien es, estas manos prácticas pero sin poesía. Se le antojó una espalda desnuda dónde seguir aprendiendo a perderse, pero ya era tarde y el día de pago estaba lo suficientemente lejos como para mejor no pensar en darse un gustillo, qué pereza, no sé ni qué hacer olvidó totalmente su queja por unas manos más ingeniosas quizá nunca más se acordaría de ello y se le clavaría el resquemor en la nuca y debajo del paladar, no lo tendría presente, pero allí estaría agriándole el gusto y tensándole los músculos.
Once y media de la noche, un grupo de borrachos jóvenes y jóvenes borrachos desordenan la quietud clasemedia del barrio con aguja y guarda, escuchan música, de esa que siempre promete la promesa de un mundo mejor con justicia, verdadera hermandad, esas tonterías dulces y hombros que se encogen porque en el fondo le gustaría que fuera cierto. Decide entonces hacer una visita a la página de sus soledades, con un poquito de ansiedad y un gran montón de deseo, se relame y se desordena la barba de dos días, también tengo que comprar rasuradoras, un chispazo de realidad, manosea con el puntero del mouse las imágenes sin decidirse todavía. Es parte del ritual, así logra sostener el deseo un poco más, esta o esta ¡o esta! Pero qué bien... El clic y el excitarse van de la mano y la mano va a su sexo. ¿Qué quieres que haga? ¿Así o así? La rubiecita con cara de niña es dócil y él que agradece la existencia de las cámaras web, más lento, así, así. Si la vida fuera justa en este instante te estaría desnudando en San Telmo... y lo dijo en voz alta, febril, jadeante, esta lo había excitado como pocas, mañana no se acordará de ella y sólo le quedará la extrañeza de haber elegido San Telmo... ¿dónde carajos había escuchado eso? Bah, la vida no es justa, es y ya, mira en 360 grados, todo ordenado, limpio y bonito, se sintió solo.
Patético y luego fue mover la cabeza de forma pendular horizontalmente, con la boca torcida mientras contiene las ganas de llorar no vaya a ser que...
Alajuela Centro
22 de octubre, 2009
La imagen es de Ray Caesar tomada de aquí.